“En la ciudad de La Cocha, el pasado y el presente cincelan un relieve particular. Ambos tiempos conviven naturalmente, como una necesidad, en las infraestructuras edilicias y en la gente. Así pues, en esta comunidad se respira aire de pueblo y de ciudad. Viejos edificios contrastan con otros modernos. El pavimento, a pocos metros del microcentro, se desvanece en polvorientos caminos de tierra”, dice la crónica del domingo 9 de abril de 1995, que relata que “la más sureña de las ciudades tucumanas” celebra sus 200 años.

Erigida en una hondonada (su nombre significa “laguna”, conocida como la capital del tabaco, tierra de aserraderos y de leña, sus habitantes de hace 30 años la observaban “un poco quedada culturalmente” y recordaban a sus grandes figuras, como el poeta, periodista y político Mario Bravo, o la valiente Jesús “Crespa” Pinto, de Huasa Pampa Norte, que en tiempos de las guerras civiles acumulaba más coraje que los mismos hombres.

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Pero en 1995, La Cocha hacía gala de su tranquilidad. Así lo relató el vecino Walter Crecer: “aquí no suceden cosas delictuosas ni hechos aberrantes como en otras partes. La gente es amiga entre sí. Nos conocemos todos. Nadie roba ni hay peleas. No somos tapa de diario en delitos. Lo que falta es más intercambio comercial con otras zonas”.

Y la crónica termina celebrando una letra de Pastor Hugo Tejeda: “Hombres de todas las razas / trabajaron sin cesar / forjando con sus desvelos / la ciudad del tabacal”.